SEMEJANZAS:LA HISTORIA SE REPITE.
Pedro R. Góngora
Ayer como hoy.
Lo mejor que le debemos a la historia es el entusiasmo que inspira.-Goethe.-
Años de andanzas.
El domingo 2 de julio de 1910 -hace 96 años- se efectuaron en nuestro país elecciones federales para presidente de la República, diputados federales y senadores. Don Francisco I. Madero era el candidato opositor y don Porfirio Díaz el oficial. Este, valiéndose del poder que ostentaba y en complicidad con la burguesía de esa época y la prensa mercenaria que siempre ha padecido México, realizaron una campaña de desprestigio ilegal e inmoral en contra del candidato Madero e incluso se llegó hasta la aprehensión del candidato opositor. Obviamente el resultado oficial de dichas elecciones favoreció al candidato oficial, es decir al Gral. Díaz y tanto el poder Judicial como empresarial celebraron jubilosamente el resultado de estos llamados comicios electorales; pero el Sr. Madero los impugnó manifestando que se había cometido un colosal fraude que atentaba contra los principios más fundamentales del mexicano: su dignidad humana.Y el pueblo mexicano lo erigió en Presidente -al señor Madero- y el 5 de octubre de 1910 este líder nacional dio a conocer al pueblo mexicano su histórico Plan de San Luis y convocó al no reconocimiento de Porfirio Díaz y al uso de las armas para derrocarlo. Y dio la fecha del inicio de la Revolución Mexicana: el 20 de noviembre de 1910.Recordemos algunas frases del histórico Plan de San Luis signado por el hoy llamado Mártir de la Democracia Mexicana: "Los pueblos, en su esfuerzo constante porque triunfen los ideales de libertad y justicia social, se ven precisados en determinados momentos históricos a realizar los mayores sacrificios. Y nuestra querida Patria ha llegado a uno de esos momentos: padecemos hoy una corrupción que espanta, un gobierno lleno de mentiras y una tiranía que azota con su pobreza y que los mexicanos no estábamos acostumbrados a sufrir, desde que conquistamos nuestra Independencia. Esta corrupción y tiranía, nos oprime de tal manera, que ha llegado a hacerse intolerable. En cambio de esta corrupción y tiranía se nos ofrece la paz; pero es una paz vergonzosa para el pueblo mexicano, porque no tiene por base el derecho, sino la fuerza del poder económico minoritario; porque no tiene por objeto el engrandecimiento y prosperidad de la Patria, sino sólo enriquecer a un pequeño grupo que, abusando de su influencia, ha convertido los puestos públicos en fuente de beneficios exclusivamente personales, explotando sin escrúpulos las concesiones y contratos lucrativos".Este manifiesto histórico lanzado al pueblo mexicano por el Presidente Madero -Legítimo- sacudió las conciencias de todos. Y tenía que ser así porque en toda la República de aquella época había un profundo malestar en contra de un gobierno que sólo sabía hablar con un doble lenguaje de engaños y mentiras. Un gobierno que era capaz -y lo hacía con frecuencia- de utilizar fondos públicos para comprar conciencias del Poder Judicial y de diputados y senadores. Un gobierno decidido a congratularse con potencias extranjeras a cambio de recibir caricias personales para él y sus compañeros. Un gobierno en el que pesaban más los intereses personales que los de la Patria misma. Y el pueblo mexicano, en esa ocasión, en vez de lamentarse como un cobarde, aceptó como un valiente el histórico reto de las circunstancias.Y el 25 de mayo de 1911 Don Porfirio Díaz y su vicepresidente Corral presentaron sus renuncias ante el Congreso de la Unión, renuncias que fueron aprobadas por unanimidad en el caso de Corral y en el caso del Gral. Díaz hubo dos votos en contra de su renuncia: la del diputado Benito Juárez Maza y el de José Peón del Valle. Votos inútiles de uno y otro.Y cuando Don Francisco I. Madero entra victorioso a la capital de la República toda la ciudad se vuelca para recibirlo con júbilo y aplausos. Incluso la prensa mercenaria, la misma que meses antes lo había tildado de "loco aventurero", de "peligro" para México y otros epítetos más, lo colmaron de loas y adjetivos positivos hicieron falta en el diccionario para dirigirse al Apóstol.
¿Te dice algo, amable lector(a), este Paralelo 96?
Pedro R. Góngora
Ayer como hoy.
Lo mejor que le debemos a la historia es el entusiasmo que inspira.-Goethe.-
Años de andanzas.
El domingo 2 de julio de 1910 -hace 96 años- se efectuaron en nuestro país elecciones federales para presidente de la República, diputados federales y senadores. Don Francisco I. Madero era el candidato opositor y don Porfirio Díaz el oficial. Este, valiéndose del poder que ostentaba y en complicidad con la burguesía de esa época y la prensa mercenaria que siempre ha padecido México, realizaron una campaña de desprestigio ilegal e inmoral en contra del candidato Madero e incluso se llegó hasta la aprehensión del candidato opositor. Obviamente el resultado oficial de dichas elecciones favoreció al candidato oficial, es decir al Gral. Díaz y tanto el poder Judicial como empresarial celebraron jubilosamente el resultado de estos llamados comicios electorales; pero el Sr. Madero los impugnó manifestando que se había cometido un colosal fraude que atentaba contra los principios más fundamentales del mexicano: su dignidad humana.Y el pueblo mexicano lo erigió en Presidente -al señor Madero- y el 5 de octubre de 1910 este líder nacional dio a conocer al pueblo mexicano su histórico Plan de San Luis y convocó al no reconocimiento de Porfirio Díaz y al uso de las armas para derrocarlo. Y dio la fecha del inicio de la Revolución Mexicana: el 20 de noviembre de 1910.Recordemos algunas frases del histórico Plan de San Luis signado por el hoy llamado Mártir de la Democracia Mexicana: "Los pueblos, en su esfuerzo constante porque triunfen los ideales de libertad y justicia social, se ven precisados en determinados momentos históricos a realizar los mayores sacrificios. Y nuestra querida Patria ha llegado a uno de esos momentos: padecemos hoy una corrupción que espanta, un gobierno lleno de mentiras y una tiranía que azota con su pobreza y que los mexicanos no estábamos acostumbrados a sufrir, desde que conquistamos nuestra Independencia. Esta corrupción y tiranía, nos oprime de tal manera, que ha llegado a hacerse intolerable. En cambio de esta corrupción y tiranía se nos ofrece la paz; pero es una paz vergonzosa para el pueblo mexicano, porque no tiene por base el derecho, sino la fuerza del poder económico minoritario; porque no tiene por objeto el engrandecimiento y prosperidad de la Patria, sino sólo enriquecer a un pequeño grupo que, abusando de su influencia, ha convertido los puestos públicos en fuente de beneficios exclusivamente personales, explotando sin escrúpulos las concesiones y contratos lucrativos".Este manifiesto histórico lanzado al pueblo mexicano por el Presidente Madero -Legítimo- sacudió las conciencias de todos. Y tenía que ser así porque en toda la República de aquella época había un profundo malestar en contra de un gobierno que sólo sabía hablar con un doble lenguaje de engaños y mentiras. Un gobierno que era capaz -y lo hacía con frecuencia- de utilizar fondos públicos para comprar conciencias del Poder Judicial y de diputados y senadores. Un gobierno decidido a congratularse con potencias extranjeras a cambio de recibir caricias personales para él y sus compañeros. Un gobierno en el que pesaban más los intereses personales que los de la Patria misma. Y el pueblo mexicano, en esa ocasión, en vez de lamentarse como un cobarde, aceptó como un valiente el histórico reto de las circunstancias.Y el 25 de mayo de 1911 Don Porfirio Díaz y su vicepresidente Corral presentaron sus renuncias ante el Congreso de la Unión, renuncias que fueron aprobadas por unanimidad en el caso de Corral y en el caso del Gral. Díaz hubo dos votos en contra de su renuncia: la del diputado Benito Juárez Maza y el de José Peón del Valle. Votos inútiles de uno y otro.Y cuando Don Francisco I. Madero entra victorioso a la capital de la República toda la ciudad se vuelca para recibirlo con júbilo y aplausos. Incluso la prensa mercenaria, la misma que meses antes lo había tildado de "loco aventurero", de "peligro" para México y otros epítetos más, lo colmaron de loas y adjetivos positivos hicieron falta en el diccionario para dirigirse al Apóstol.
¿Te dice algo, amable lector(a), este Paralelo 96?
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